Os dejo un pequeño artículo recientemente publicado en el número 4 de la Revista muerte y duelo perinatal de la asociación Umamanita. En él hablo sobre las necesidades de los profesionales que trabajan en la asistencia sanitaria a las familias que sufren la pérdida de su bebé.
Podéis leer el artículo completo en pdf y descargarlo aquí.
Hace algunas semanas tuve la oportunidad de leer un post de Robyn Stein Deluca que recibía este mismo título. En él hablaba sobre algunas creencias erróneas que circulan acerca de los trastornos del estado de ánimo durante el puerperio. Me resultó ciertamente interesante ya que varios de esos mitos, he tenido la oportunidad de escucharlos en la consulta, en los talleres para familias, de otros profesionales y de gente de mi entorno cercano. Si bien es necesario aumentar el conocimiento y la sensibilidad social respecto a estos temas, es imprescindible recordar que no toda la información que circula especialmente por internet es confiable o válida. Así pues este post pretende recoger algunos mitos en los que coincido con la Dra. deLuca.
Aunque la depresión durante el periodo perinatal no es un tema nuevo, su definición y tratamiento aún siguen siendo controvertidos. Si bien están identificados algunos factores de vulnerabilidad de los que ya hablamos en este post; es necesario que tanto los profesionales que están en contacto con las madres, como la pareja y la familia puedan escuchar y observar, diferenciar el proceso de adaptación a la llegada del bebé de las señales de que algo no va bien.
Los primeros días posteriores al parto puede presentarse cierta sensibilidad emocional, llanto, irritabilidad; este es un proceso adaptativo no clínico que se resuelve con el paso de los días. Algunos profesionales denominan este periodo como baby blues, sin embargo esta es una definición cada vez más discutida. El motivo principal es su escasa presencia en culturas protectoras de la maternidad (por ejemplo algunas culturas rurales latinoamericanas o africanas). Este hecho lleva a prestar especial atención al papel fundamental del acompañamiento, la empatía y el apoyo de la pareja y la red social, durante todo el periodo perinatal y en especial durante los primeros días del postparto. Afirmar que estos cambios emocionales son «culpa de las hormonas» (frase que escucho muy a menudo), es bastante discutible. Si bien es cierto que las variaciones neuroendocrinas durante el embarazo, el parto y el postparto pueden considerarse como un factor de riesgo biológico; no son decisivas, ni «predestinan» al sentimiento de tristeza, soledad, cansancio y/o angustia, que puede sentir una mujer durante los primeros días del puerperio.
Esta premisa se cumple también en el caso de la depresión; ya que aunque se ha descrito de forma sistemática el factor de riesgo biológico, la investigación actual detalla otros factores relevantes como el bajo nivel de vitamina D, la susceptibilidad genética y epigenética, los antecedentes previos de depresión y diferentes factores de personalidad, historia vital o entorno socio-cultural. Estaríamos hablando en la mayoría de los casos entonces, de un resultado multicausal y esto es fundamental, porque las hormonas han sido históricamente culpadas de todo tipo de diagnósticos patológicos con un importante sesgo de género.
Otro mito importante es que la depresión postparto no puede ser prevenida.Considero que el papel de los profesionales en la intervención en prevención primaria y en promoción de la salud, adquiere aquí un papel relevante. Creo en la responsabilidad multidisciplinar de informar y acompañar las decisiones de la madre durante todo el embarazo, el parto y el postparto; en la necesidad de una educación real en salud reproductiva para nuestros jóvenes; en la inversión política en programas de intervención interdisciplinar con un enfoque intercultural. Estos deberían contemplar la maternidad como un proceso de crecimiento y empoderamiento de la mujer. Al mismo nivel nuestra sociedad debe generar un cambio; somos responsables de la protección a la madre en este periodo vulnerable, debemos reconocer su nuevo papel y elevar su estatus, como aún se contempla en algunas sociedades no industrializadas.
Más mitos; la lactancia materna está involucrada en el desarrollo de la depresión postparto. Esta en especial es una conclusión errónea y muy perjudicial, de hecho no hay evidencia empírica que sujete esta afirmación; originada (posiblemente) en el «estrés» que puede producir el amamantamiento en algunas mujeres. En todo caso estaríamos hablando de la falta de información y apoyo relacionados con la LM y esto es un tema muy diferente. Los datos de investigación de los últimos años indican que la LM no sólo es un factor de protección importante frente a la depresión postparto, sino que en el caso de la presencia de síntomas, puede fomentar la recuperación. El motivo principal es la regulación de la secreción de oxitocina; ésta aumenta el estado de bienestar de la madre, a la vez que favorece el vínculo con el bebé (Phillips, 2013). Así mismo, la LM está involucrada en la regulación de ciertos compuestos relacionados con la vitamina A, implicados en diferentes trastornos del estado anímico (Mawson y Xueyuan, 2013). La LM fomenta además, el contacto visual y táctil con el bebé (piel con piel) y conductas como observar y reconocer su cuerpo; éstas reducen la presencia de estrés y ansiedad en la interacción diaria.
Relacionado con este mito nos encontramos el «consejo» del destete por indicación médica o psicológica. Esta indicación terapéutica tiene sus bases en la escasa formación en lactancia y/o psicología perinatal de algunos profesionales. Actualmente existen tratamientos farmacológicos perfectamente compatibles con la lactancia materna; en el contexto español una buena base de búsqueda es la web e-lactancia. Por otra parte es imprescindible recordar que la indicación del destete puede ser nociva: para la madre, colocándola en una situación de duelo y gran vulnerabilidad emocional y para el bebé, debido a la interferencia con los conocidos beneficios de la LM en el desarrollo cognitivo y emocional. Podéis encontrar más información sobre LM y salud mental materna en este otro post.
Finalmente señalar que la depresión postparto es un hecho que afecta al sistema familiar, no es un «problema» de la mujer. Si observamos con detenimiento la necesidad de cuidado, apoyo y sostén durante un periodo de tanta vulnerabilidad como el puerperio; una conclusión sencilla es que tanto la pareja como el sistema familiar y social, tienen un papel en la protección de la salud física y emocional de la madre. Igualmente, ante las primeras señales de que algo no podría ir bien, este sistema que protege debe informarse adecuadamente, escuchar, observar y facilitar a la madre la búsqueda de ayuda, si ésta es necesaria.
Referencias
Bell, A. F., Carter, C. S., Steer, C. D., Golding, J., Davis, J. M., Steffen, A. D., . . . Connelly, J. J. (2015). Interaction between oxytocin receptor DNA methylation and genotype is associated with risk of postpartum depression in women without depression in pregnancy. Frontiers in Genetics, 6, 243. doi:10.3389/fgene.2015.00243 [doi]
Mawson, A. R., & Xueyuan, W. (2013). Breastfeeding, retinoids, and postpartum depression: A new theory. Journal of Affective Disorders, 150(3), 1129-1135.
Pereira, C. M. F., Chaves, C. M. B., Nelas, P. A. B., Amaral, O. P., Parreira, V. C., Duarte, J. C., & Cabral, L. R. (2017). The evidence-based practice: Breastfeeding as a preventive factor for postpartum depression. Computer Supported Qualitative Research, , 121.
Phillips, R. (2013). The sacred hour: Uninterrupted skin-to-skin contact immediately after birth. Newborn and Infant Nursing Reviews, 13(2), 67-72.
Robinson, M., Whitehouse, A. J., Newnham, J. P., Gorman, S., Jacoby, P., Holt, B. J., . . . Hart, P. H. (2014). Low maternal serum vitamin D during pregnancy and the risk for postpartum depression symptoms. Archives of Women’s Mental Health, 17(3), 213-219.
Hoy os dejo este vídeo elaborado por La Red Nacional de Infértiles. Me ha resultado muy interesante porque creo que resume a la perfección, los estados emocionales que puede atravesar una mujer mientras se encuentra en la búsqueda de un embarazo que no llega.
Tanto la infertilidad como la esterilidad producen un impacto importante en la vida de las mujeres y sus parejas, existe una sensación de pérdida de control que muchas veces se acompaña de sentimientos de tristeza, rabia, impotencia y culpa. En algunos casos se presentan igualmente síntomas de estrés, ansiedad y/o depresión.
Para algunas parejas tomar la decisión de recurrir a tratamientos de reproducción asistida y mantenerse en ellos pese a los costos emocionales, físicos y económicos que conlleva, implica el afrontamiento de múltiples situaciones de tensión con una alta carga emocional. Vivir incluso dentro de «ciclos» de expectativas, ilusión, miedo y tristeza. Considerar las diferencias individuales en este punto es fundamental; de la misma forma como cada persona tiene una historia vital diferente y unas respuestas emocionales diferentes, también son distintas sus necesidades, expectativas y sus recursos de afrontamiento.
Pensar la intervención en este campo, como durante los procesos de reproducción asistida, es un trabajo complejo. Es indispensable no centrarse en los discursos psicopatológicos, si bien se ha de reconocer y tratar la presencia de síntomas. Igualmente es necesario conocer, sostener y orientar las diferentes formas de afrontamiento en función de las características personales y los recursos psicosociales. Ofrecer apoyo psicoterapéutico a la frustración, a la decepción, a la rabia, a la tristeza, a las dificultades en la relación de pareja (si se presentan); parte de nuestro trabajo como psicologas/os perinatales consiste de forma esencial, en promover la salud emocional y fomentar la resiliencia.
Hoy 3 de mayo, es el día escogido para la campaña de visibilización sobre la importancia de la salud mental materna y el necesario reconocimiento a nivel social, sanitario y político de sus implicaciones.
Sin desconocer ni minimizar las diferentes causas de vulnerabilidad biológica, psíquica y social (cambios endocrinos, disfunciones tiroideas, historia vital, antecedentes de trastornos emocionales, violencia de pareja, trauma y otros); en la presencia de sintomatología de estrés, ansiedad y/o depresión (no se refiere este post a otras condiciones clínicas que se abordarán posteriormente) durante el embarazo y el postparto, observemos otras circunstancias más cotidianas, menos visibles.
Recordemos la poca educación en salud sexual y reproductiva que impera, la soledad con la que muchas mujeres viven sus embarazos y puerperios. Reflexionemos sobre la agresividad de algunos tratamientos de reproducción asistida, sobre la violencia de muchos partos. Pensemos en los pocos recursos sanitarios destinados a la atención ante las primeras manifestaciones de un problema, en la escasez de redes sociales de apoyo cuando algo no va bien. No olvidemos que para la mayoría de madres la conciliación laboral y familiar es más que complicada; que el ritmo de las exigencias sociales no tiene nada que ver con la necesidad de protección a la madre, al bebé, a la pareja, a esa familia que surge.
Hoy día 21 de marzo además de celebrar el día mundial de las personas con Síndrome de Down, se celebra el día internacional de los bosques. No quería desaprovechar la oportunidad, para comentar un poco respecto a los efectos documentados del la influencia de los bosques en la salud mental.
Diferentes investigaciones señalan que el contacto con los espacios verdes contribuye a una percepción más positiva de la vida, a la reducción del estrés y la ansiedad, al bienestar emocional, a la disminución de conductas violentas y a la mejora en los procesos de atención (en niños diagnosticados con trastorno de déficit de atención sin hiperactividad TDA). Igualmente tienen un papel importante en el aumento de la salud física y la prevención de enfermedades cardiovasculares.
Un aspecto menos desarrollado hasta el momento en España, es la contribución de los bosques y los grandes espacios verdes, como entornos terapéuticos de prevención, educación, tratamiento o rehabilitación. Aquí nota de prensa sobre el proyecto de Medicina Forestal del programa Salvens en Palma, el cual incorpora esta visión. Para los profesionales vinculados al proyecto, los beneficios emocionales de los bosques maduros tienen como posible vía de actuación las fitocinas, cuya acción se concentra en el sistema límbico.
Os dejo como compañía del post, una foto de uno de mis espacios favoritos. Allí he pasado días enteros y momentos muy especiales en compañía de mi familia y mis perros cuando aún vivían.
Nuevos datos de investigación señalan que la ingesta de dos suplementos dietéticos durante el post-parto que incluyen triptófano, tirosina y extracto de arándanos (como antioxidante); podrían minimizar los síntomas de baby blues y reducir significativamente la vulnerabilidad a la depresión post-parto.
Este es un estudio pionero en contemplar los tratamientos nutricionales con base neurobiológica, en la salud mental perinatal de las madres. Según uno de los autores que firman la investigación, los suplementos fueron cuidadosamente seleccionados para compensar un aumento en la proteína cerebral MAO-A. Este aumento se relaciona con los síntomas de tristeza del post-parto temprano.
Los suplementos diseñados se tomaron en una pauta de tres días comenzando por el tercer día del post-parto; posteriormente en el día cinco, las mujeres se sometían a una batería de pruebas para evaluar su estado anímico. Los resultados señalan una diferencia importante respecto al grupo control, cuyas mujeres señalaban un aumento en los síntomas de tristeza y depresión. Aquí podéis acceder a la nota de prensa sobre el estudio
En los últimos años ha surgido un importante volumen de literatura científica y de divulgación, mencionando los efectos positivos en la salud y bienestar madre-bebé de la lactancia materna. Entre ellos se ha documentado su influencia en el desarrollo cognitivo infantil y en el vínculo. Sin embargo, es posible reseñar también efectos a nivel de salud mental tal y como resume este post bastante bien documentado, que recomiendo leer.
En él la autora (la conocidísima Kathleen Kendall-Tackett, PhD e IBCLC) señala la influencia del amamantamiento en una menor vulnerabilidad a la depresión post-parto y al maltrato infantil temprano. Las posibles vías de esta influencia son el impacto de la lactancia materna exclusiva en el sueño de la madre (encontrando mejoras significativas en comparación a las madres que alimentan de forma mixta o con fórmula) y los niveles de protección y respuesta hacia el bebé (mayores en madres que amamantan de forma exclusiva).